Es un ejemplo extraordinario de algo que debiera ser ordinario y resulta más bien raro. Primero que exista, no ya un programa electoral o un programa de gobierno, sino un programa personal de alguien que desempeña un alto cargo político. Me gusta sugerir a cualquier persona que desempeña una responsabilidad política de cualquier tipo, que escriba tras su nombramiento el discurso que quisiera hacer cuando termine su mandato. Tu ya lo tenías escrito y creo que eres un buen ejemplo de cómo cuando se tiene ese punto de partida hay un criterio más claro para enfrentarse a las complejidades de la gestión política.
Segundo, que al terminar el mandato rinda cuentas de lo hecho. Así que mis felicitaciones por partida doble.